A Itagüí se llega casi sin darse cuenta pues, tan cercana como es a la capital antioqueña, no es fácil diferenciar donde termina una para dar inicio a la otra. Sin embargo, caminar por sus calles me resulta un ejercicio más tranquilo y relajante.
Son las 7 am y doy inicio a la jornada pidiendo pistas para ubicar la Institución Educativa Pedro Estrada. Por alguna razón pensaba que se encontraba cerca del centro. Tomo un taxi y el conductor
me indica que eso parece quedar en inmediaciones del sector conocido como “La raya”. Llego a las puertas de un edificio de cuatro pisos en el que un par de vigilantes me da la bienvenida. Pregunto por el rector y uno de ellos me conduce hasta su oficina. Me encuentro con un personaje muy activo y lo digo no solo por su manera de hablar: se mueve por todas partes, no logro obtener totalmente su atención así que lo sigo de un lado a otro mientras me pide esperarlo un momento en la oficina de la coordinadora académica.
Durley Me recibe con mucha amabilidad, me pide esperarla un momento y en cuanto le es posible, centra toda su atención en lo que le solicito. Esperamos un momento por el rector pero, ante su imparable ritmo, decidimos dar inicio a la entrevista. Es ella quien me proporciona toda la información solicitada en un primer momento y expone cuidadosamente la situación de los equipos en la institución. Me habla de la motivación de los chicos, de los esfuerzos que ha venido haciendo el Señor Gabriel Medina, rector de la institución, para proporcionar lo que sea necesario en diferentes instancias y garantizar que la institución se vea beneficiada en diferentes formas ofreciendo una educación de calidad.
Me cuenta también de las gestiones que se adelantan, de los esfuerzos hechos para motivar a las docentes, de la participación activa de la docente Martha a quien conoceré en un momento y de las condiciones especiales de la población que se atiende en esta institución.
Luego de una hora y media de conversación durante la cual me es posible observar el desfile de estudiantes con casos especiales acudiendo a la coordinación por uno y otro motivo, Durley me conduce al aula de sistemas en donde está la profesora Martha, encargada del área y quien mejor puede contarme sobre la experiencia.
La profesora Martha estaba esperándome desde temprano. Antes de iniciar la entrevista, me invita a desayunar. Los estudiantes se encuentran disfrutando de uno de los primeros descansos de la jornada. Transitamos en medio de algarabía y grupos de chicos reunidos y la música que resuena por toda la institución y que parece electrizar a algunos de ellos. Ingresamos por una estrecha puerta en medio de los chicos que se agolpan para proveerse del mecato de la mañana. Nos ubicamos en una mesa al interior de la tienda escolar desde donde es posible observar el movimiento de estudiantes a través de, al menos, tres ventanas. Allí conversamos durante un momento sobre las condiciones y los estudiantes de la institución.
Terminada la merienda nos dirigimos al aula de informática en donde la profe me cuenta que los chicos que se encuentran allí son algunos de los que mayor inquietud tienen por la tecnología. Nos sentamos en un rincón de la sala y allí me cuenta de las múltiples dificultades que han existido para la implementación efectiva del modelo: La falta de acompañamiento, de asistencia técnica, de orientaciones precisas para el desarrollo de la experiencia, han dado como resultado que los equipos se encuentren “arrumados” sobre un escritorio ante todo por el temor a usarlos.
Fue ella quien se enteró de la posibilidad de incluir un computador por niño en el aula y quien ayudó a hacer las gestiones para que esto ocurriera en la institución Pedro Estrada. Sin embargo percibe que aún no está muy definido el tema y que no se sabe cómo seguirán las cosas con el modelo. Me dice que, en diversas ocasiones solicitaron apoyo a la Secretaría de Educación del municipio y en ocasiones recibieron respuesta. Sin embargo, la respuesta no resultó muy efectiva y se cansaron de insistir en lo que necesitaban.
Fue ella quien se enteró de la posibilidad de incluir un computador por niño en el aula y quien ayudó a hacer las gestiones para que esto ocurriera en la institución Pedro Estrada. Sin embargo percibe que aún no está muy definido el tema y que no se sabe cómo seguirán las cosas con el modelo. Me dice que, en diversas ocasiones solicitaron apoyo a la Secretaría de Educación del municipio y en ocasiones recibieron respuesta. Sin embargo, la respuesta no resultó muy efectiva y se cansaron de insistir en lo que necesitaban.
La profe Martha me cuenta de la experiencia interesante que tiene lugar en la institución con la definición de una media vocacional orientada a la informática. Me habla de experiencias de egresados que resultan interesantes por el nivel de apropiación que les perm
ite acceder rápidamente a oportunidades laborales o a niveles de educación superior para los cuales se encuentran bien preparados. Llama a dos de los estudiantes que se encuentran en la sala a esa hora y ellos afirman a partir de experiencias de familiares cercanos lo que ella acaba de contarme. Incluyen su propia experiencia y manifiestan lo grato que les resulta estar en el colegio aprendiendo tanto sobre computadoras. Para ellos es claro que, a la hora de seleccionar la media vocacional se orientarán por la tecnología antes que por lo académico pues la primera les resulta mucho más específica y práctica a la hora de enfrentarse al mundo laboral.
Finalizamos la entrevista y la profesora Martha me conduce hasta el aula de la profe Amparo quien me da la bienvenida con un gran abrazo junto con sus estudiantes. Tras una calurosa acogida la profe solicita a los estudiantes sentarse donde ya saben y ellos se disponen en una especie de semicírculo alrededor del escritorio en donde la profe me ubica, muy próximos además al escritorio en el que reposa el computador que protagoniza esta experiencia de inclusión.
Desde el escritorio en el que me encuentro puedo visualizar los equipos classmate destinados para la experiencia uno a uno que no se ha desarrollado durante el 2010 por falta de acompañamiento, asesoría y respuesta ante las dificultades técnicas. La profesora Amparo me cuenta que tuvo que asumir ella misma el costo por la reparación de algunos equipos, razón por la cual decidió dejar de usarlos considerando además la falta de respuesta efectiva por parte de la Secretaría de Educación.
Ante esta perspectiva y dada la motivación que ya se había generado en los estudiantes, la profesora Amparo decide hacer uso del com
putador que le fue entregado por el aula: un computador Sure de escritorio que usa para incluir, en alguna forma, las TIC en los procesos pedagógicos definidos para sus estudiantes.
La profe describe los procesos ocurridos durante el año anterior en el que tuvieron los equipos. Al parecer los chicos asumieron procesos interesantes con el uso de las máquinas. Ellos mismos se encargaron en muchos casos de sistematizar la información relacionada con los procesos que desarrollaron y cuyas evidencias reposan en el portafolio que la profesora me enseña mientras sigue conversando. “Lástima que no fue valorado como debía” me cuenta mientras me hace llegar el nutrido folder. Le pregunto por qué dice eso y me dice que luego me cuenta.
Mientras doy un vistazo a las páginas del portafolio, escucho a los estudiantes hablar de su experiencia con los classmate. Se sentían muy motivados, podían hacer cosas en la casa y compartir con su familia espacios dif
erentes en los que les enseñaban, buscaban información o jugaban juntos.
Una chica describe la experiencia de ayudar a sus vecinos a hacer tareas, “cosas sencillas en office: word o Excel”. Me sorprende la seguridad con la que lo afirma y con la que otros compañeros hablan de los programas, de las actividades, de los buscadores, de los recursos y usan terminología bastante específica con la propiedad de estudiantes de secundaria.
Este año, los chicos han tenido que conformarse con ver los equipos apilados, saberlos en mal estado y privarse de su uso por condiciones ajenas a su voluntad. Ellos cuentan entusiasmados todo lo que hacían y lo mucho que les gustaba tener el computador, lo mucho que lo extrañan y lo mucho que les gustaría volverlo a tener. Se sienten un tanto inquietos porque pasarán a sexto y saben que allí no tendrán la oportunidad de interactuar con equipos. El sueño de tenerlos nuevamente se diluye y se percibe un tanto de desilusión en sus expresiones y gestos.
Los chicos cuentan que en principio no recibieron los equipos completos (no habí
a suficientes equipos para todos los estudiantes), tuvieron que esperar casi hasta final de año para que les fueran entregados los demás y por tanto, durante este tiempo la experiencia fue más dos a uno pues tenían que compartir los equipos disponibles. Cuentan también que al llegar los equipos que hacían falta, no hubo mucho tiempo para los últimos beneficiados de vivir la experiencia como tal pero que la disfrutaron hasta que les fue posible.
Sigo observando en el portafolio las evidencias del trabajo adelantado por los estudiantes con los equipos: actividades en las que ellos diseñan presentaciones, dibujan a partir de textos dados, búsquedas en Internet o textos diagramados por ellos mismos. La profesora Amparo me cuenta que el escudo fue diseñado por ellos y resalta la experiencia de sistematización que estaban adelantando donde se turnaban para hacer el registro de las actividades desarrolladas.
Todo eso está conjugado en tiempo pasado y según su percepción, distante. Paso a registrar la experiencia actual del proceso. La profesora se dispone a desarrollar el ejercicio planeado para la sesión y para ello, solicita a los estudia
ntes ubicarse mirando hacia la pantalla del computador. Hace una breve descripción de los materiales que utiliza con los chicos y me presenta algunos: presentaciones mensaje de power point, canciones, animaciones y algunos videos hacen parte de su banco de recursos.
Indica a los chicos que realizarán un ejercicio de percepción para lo cual comienza a presentar imágenes con el propósito de que sean observadas y memorizadas por los estudiantes quienes, organizados por equipos, deberán atender a su llamado repitiendo el orden en el que han salido las figuras. Los chicos disfrutan el ejercicio, participan activamente y se entusiasman ante la idea de acumular puntos.
La jornada finaliza en medio de su algarabía y de los consejos prácticos para otros niños que, como ellos tengan la oportunidad de interactuar con un computador en el aula. Salgo en medio de los reconocidos gritos y el júbilo que recorre la mayoría de instituciones educativas cuando terminan las clases y es hora de ir a casa. Agradezco a todas las personas que han estado atentas a mis inquietudes y solicitudes, acordamos la hora de encuentro para el día siguiente con los padres de familia y regreso al hotel para organizar la información recopilada durante la mañana.
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